El gemir de los gatos
Cuando niño, allá en el pueblo oía a medianoche el gemir de los gatos. Yo le decía a mi Tata Son como llantos de bebé, me dan mucho miedo. Él, tranquilo, respondía No te espantes, sé valiente. En cambio el señor cura me dijo que eran ánimas en pena, Le han vendido su alma al diablo. Tiempo después abandonamos el pueblo. Mi Tata encontró la fuente de la juventud eterna, y dijo En el pueblo jamás lo entenderán. Yo me sentí feliz por escapar de aquellos maullidos infernales; sin embargo, el día de hoy, me encuentro en este rincón de la casa, escuchando cómo del cuarto del Tata se escapa un prolongado y tormentoso llanto de bebé.
Ícaro
Ha reencarnado. Esta vez ya aprendió la lección. Aún así, en su ansia por llegar hasta el sol ha resuelto convertirse en político. Ahora en campaña regala a los votantes un par de alas de cera.
El que a heirro mtaa a heirro meure
Sempire es lo msmio con etsos letens, los adno extarvaidno por tdoos lodas. Por fovar dinsespe utesd, vrea que prtono los eceuntnro. La csoa es que uno sbae que una sitauóicn cmoo etsá pedue llgaer en cauqleiu meomtno, preo lo crieto es que ncuna se entrcuena uno lo sucientefimente prearpado praa la osaicón. Ya ve utesd, llgeó y me econtrnó sin mis letens, que sin ellos no pdueo ver un crajao. Pero por fovar tmoe aentsio, vrea que en ceustóin de un mnituo los eceuntnro. Gsuta aglo de beebr? Por allá etsa la brraa, tmóese la lirebatd de srversie lo que gsute. En vderad lo espareba dsede hcae tmeipo, smierpe he sibado preevr etse tpio de siatunocies, no por ndaa lluege a la psócioin en la que aohra me ecunenrto, el tempio me ha esañendo a etenrder que uno va fajrodno su poripo disteno y que la csuliadad o la fotruna slóo exetisn praa los proderedes, notsoros ercismibos con nesurto pñuo y ltera cdaa eipdosio de nesurats vadis, y utesd tébmain lo sbae muy bein, el que a heirro mtaa a heirro meure, si no, no etivusrea aquí en etsos memotons, preo mrie, al fin, aquí están los lentes. Ya le puedo ver la cara, ahora puede disparar cuando guste.